El cuarto libro del periodista almeriense Eduardo del Pino Vicente incluye imágenes de la quema de las iglesias y el saqueo de comercios importantes de la capital
El autor de estas imágenes, Eugenio Godoy, era un aficionado a la fotografía que se jugaba el tipo inmortalizando el clima de tensión que se respiraba esos días con el propósito de sacarse un dinerillo enviando las instantáneas a Cataluña y Madrid. “Aunque en esa época había poca gente que pudiera permitirse una máquina de fotos, en Almería existían aficionados que vendían las imágenes a periódicos como ‘La Vanguardia’ que las publicaba para levantar el ánimo de la España republicana”, explica Eduardo del Pino en una entrevista ofrecida a La Voz de Almería.
Una de las grandes ilusiones del autor de ‘Almería de ayer y siempre’ es ofrecer a Almería esas siete u ocho fotografías totalmente inéditas que permitirán descubrir cómo fueron aquellas horas tan tristes. En el libro, las imágenes van acompañadas de su relato de las cosas sencillas del periodo que abarca de los últimos meses de la República a los días que siguieron al inicio del conflicto. “No éramos una ciudad feliz porque el clima estaba enrarecido. En la Semana Santa anterior al 18 de julio no se pudieron sacar las imágenes a la calle por miedo a que se produjesen altercados”, aclara.
Más allá del bloque de la guerra, ‘Almería de ayer y siempre’ es un recorrido por barrios de la capital que hoy han desaparecido o han cambiado tanto que son irreconocibles. Por ejemplo el de las Casitas de Papel, que surgió en la posguerra al norte de la iglesia de San José y debía su nombre a la fragilidad de las viviendas que lo formaban. “Cuando llegó el desarrollismo, la zona se fue poblando de edificios y derivó en lo que ahora se conoce como la avenida Santa Isabel”, indica Eduardo.
El volumen es también un homenaje a los vecinos de Regiones Devastadas. Un barrio que tiene su origen en la institución franquista homónima que reconstruyó las ciudades más dañadas por la guerra y edificó casas sociales para familias que vivían en condiciones infrahumanas.
“El capítulo más extenso recoge mi visión particular de cómo vivíamos en la Almería de los 60, entre la lucha por atraer el turismo sin demasiado éxito, la pérdida de las últimas industrias y nuestro intento de abrirnos al exterior gracias al rodaje de superproducciones”, señala Del Pino Vicente.
Como en ‘Almería, memoria compartida’, ‘Almas de barrio’ y ‘Los años vividos’, peculiares personajes viven en las páginas de este libro. Es el caso de Pedro el baldao, un hombre sin piernas al que cada Carnaval los amigos del barrio subían en un carro disfrazado de mujer. “El espectáculo era levantarle la falda y que enseñara sus atributos que eran tan grandes como él”, apunta.
Eduardo ha rescatado además la historia de un cura de la Catedral al que conoció siendo un niño, Francisco el jorobao, que por culpa de una tara física jamás quería salir en las fotos porque pensaba que transmitiría su mala suerte al que lo acompañara en la imagen.
Tras muchos años dedicados al periodismo de actualidad, Eduardo D. Vicente encontró su sitio en la ‘contra’ de LA VOZ para contar historias cotidianas de la gente de la calle. Aunque en un principio sus libros se basaban en estos artículos, con los años han cobrado vida propia. “Me siento cómodo contando las historias que me contaron o que hubiera querido que me contasen. La gente de mi barrio y de mi familia que me contaba historias lamentablemente fue pasando y sólo me quedé en lo superficial”, dice.